15 ago 2008

LECTO ESCRITURA

Un recuerdo, algo que publiqué en El Heraldo de León hace un par de años...

Lectoescribo, vivo
Por Julia Cuéllar


Leer es el placer de interpretar lo que otros escribieron y reconocernos o no en ello. Escribir es leernos, utilizar la pluma como sanguijuela y dejar correr la tinta como expiación. Pero ¿puede la lectoescritura vencer el miedo a involucrarnos con el otro?

Entre celulares, Internet, palms, ipods, consolas de juego, películas, radio, televisión, revistas, periódicos, libros, blogs, chats y demás formas de comunicación moderna intentamos ponernos de acuerdo sobre la cotidianidad. Un intento reducido a que el otro haga lo que le pido, lo que espero de él para poder cumplir con mi obligación. En eso hemos convertido la vida, en mecanizar interacciones con engranes, que en otro tiempo solíamos llamar personas.

Permanecemos alejados porque las microondas y la red satelital no saben de abrazos, de caricias, de oídos atentos, de compasión, simplemente no están hechos para acompañar. Lo más expresivos que nos permitimos ser es lo más grande y bien diseñado que esté el emoticón del día.

El ejercicio de la lecto-escritura permite conocernos y reconocernos en la otredad. Cuando nos conocemos somos capaces de dejarnos tocar por el otro porque hemos explorado la luz y la sombra de nuestro interior, por lo tanto estamos preparados para abrirnos a las experiencias de otros sin temor a perdernos ya que conocemos nuestros caminos.

Conocer los caminos de otro puede ayudarnos a entender de otra manera los propios, es como ir coleccionando miradas para luego volver y mirar lo mismo desde otro ángulo. Tal vez al final descubramos que buscamos lo mismo, simplemente lo nombramos diferente, ya lo dijo María Zambrano en su libro de Filosofía y Poesía “Lo que el filósofo perseguía lo tenía ya dentro de sí en cierto modo, el poeta, de cierto modo, sí, de que diferente manera”.

Las diferencias no se anulan con el encuentro simplemente permiten enriquecer la realidad, no temamos involucrarnos con otros. No es culpa de la tecnología y de la vida acelerada el no conocernos, en otro tiempo el libro era el símbolo del avance tecnológico. Antes como ahora quienes decidimos abrirnos a la otredad somos nosotros, la tecnología siempre será una herramienta para comunicarnos. Comunicar no es pasar mensajes y saturar redes, es poner en común para dejarnos tocar el centro y dialogar.

Dejar entrar al otro a nuestra vida es reconocernos personas, necesitamos de la mirada del otro para existir y de su compañía para crecer. Leer y escribir es abrirnos a la posibilidad del encuentro y la comunicación personal e interpersonal, es indagar la vida.

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