Te vi detrás del reloj que anunciaba mi salida. Me pareciste soberbio con tu cigarrillo, tu cabello rizado y tu actitud de “yo conozco el mundo, pobres ilusos que creen que hay destino”.
Te vi delante del reloj donde me ocultaba. Parecías seria, consternada, quizá temerosa de que no fueras a alcanzar el metro. Qué no te han dicho que cada 20 minutos se repiten los recorridos, estás en la Gran Estación, todo está por suceder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario