Llegué aquí siguiendo un corazón,
me lo prometieron en un desayuno desnudos frente al sol.
Corrimos al mar, me dijo: sirena
Olvidé mencionar que su nombre era Ulises
la historia ya estaba contada.
Después del beso con sal
me dijeron: escribe
pensé, soy Penélope.
Escribí, cociné, amé, parí, cuidé, adopté, confié, fui feliz.
Sirena, escuché. Sonreí.
Alguien más rio y supe que ya no era ni sirena, ni Penélope, ni tenía el corazón prometido, pero sí dos corazones nuevos esperando una mamá en su ritmo.
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