Desde ayer traigo una melancolía por las letras. Parece que estamos en un período de distanciamiento, no es el primero y cierta estoy que no será el último. En algún otro momento yo elegía alejarme, renunciar, renegar de ellas, esta ocasión simplemente estamos lejos. Somos dos extraños habitando la misma casa, teniendo desayunos en silencio y sexo como actividad deportiva, más que como ejercicio de comunión. En estos casos, resuelvo leer mucho, no permito que mis ojos dejen de beber letras, periódicos,libros, revistas, blogs, mi búsqueda es frenética. Me vuelvo una mujer perdida en un desierto en busca de un oasis que le haga comprender que también existe el mar, pero ahora sólo contempla desierto y si camina lo suficiente, saldrá de él para nadar por horas infinitas en la plenitud de la vida. Letras y más letras transitan por mi torrente sanguíneo, sin embargo de mis heridas autoinfligidas no brota ningún rojo fértil. Es un sacrificio inútil. Esperar la reconciliación parece lo sensato, mientras, a conocer autores, narraciones vagabundas, escritores olvidados o novedosos, cualquiera es un buen amante cuando las letras no me acompañan. Ninguno podrá sustituir el amor eterno entre las que hoy me evaden en cada rincón de mi casa y duermen a mi lado sin dar las buenas noches. Un amor así es inconmesurable y hay que dejarlo ser, no siempre se toman de la mano quienes se aman. A veces el silencio es la confianza absoluta que se otorgan los amantes para decirse: crece, que yo aquí espero que vuelvas, ya compartiremos noticias de nuestros viajes en solitario.
Ante esta sensación, llegué a buscar la daga de los concursos, ¿qué otro método de forzar la escritura conocen? Uno se obliga a escribir lo que los jueces podrían escoger como narración sublime y merecedora de un premio. Otros, como yo, buscamos sólo concursos donde podamos inscribir lo que ya tenemos escrito porque precisamente andamos faltos de letras y sólo buscamos concursos en tiempos de escasez, porque en tiempos de abundacia nos dedicamos a producir sin importarnos lectores, otros escritores o la supervivencia. En tiempos así, alimentamos sólo el cerebro, abundante carne, alcohol y noches frías.
Como las vacas están flacas, pues busqué concursos y encontré páginas muy interesantes y por supuesto un blog que habla de los fraudes de estos concursos. En algunas líneas no coincido con el autor del texto, pero me pareció oportuno copiarlo para compartirlo con ustedes y que por un rato reflexionemos sobre los concursos literarios.
BLOG: www.moebius77.com/blog
No sólo es el escribir una actividad poco grata, también convoca a los estafadores capitalistas más cerdos del mundo, gente que juega con el ego del autor (sobre todo los nuevos autores y los inéditos) para tratar de hacer dinero mientras entierran su obra. He aquí un primer ejemplo.
¿Qué sucede cuando se escribe? Sucede que se va erigiendo, a nuestro alrededor, una pared, una isla, una cárcel, que corta al escritor del mundo. Está en su mundo y, una vez completada la novela/cuento, empieza el ‘negocio’ de la escritura, que te editen, que te publiquen, que te hagan reseñas y te lean. Mi primer consejo es jamás concentrarse en esto porque es una tarea fútil y ridícula, y el hecho de que una editorial te rechace un libro poco o nada tiene que ver con la calidad del mismo (pero ese es otro tema).
En ese ‘hueco’ del ego que tiene mucha gente (los imbéciles que creen que si no te publican o si no vendes millones de ejemplares tu libro no vale nada) es que se filtran los estafadores. Son gente de poca monta que trata de convencer a los escritores -sobre todo los nuevos y no publicados-, de que ‘lo están ayudando’ y que tiene que contribuir con el ‘riesgo financiero’ que el estafador, en su condición de samaritano filantrópico, sufrirá. Les refiero entonces dos casos de ‘estafa’ a los cuales me he enfrentado para que no caigan ustedes tampoco en eso.
Caso número 1: ‘¡Su cuento es buenísimo! Pero no ganó? Si usted paga se lo vamos a editar…’.
Lo primero que hay que saber es que esto de los concursos literarios es una verdadera estafa. Los grandes premios, como el Juan Rulfo, están arreglados desde el principio (lo que todo el mundo sabe). De hecho, qué coincidencia que justo cuando México anunció que no seguiría financiando el premio (que da Radio Francia Internacional), ese año resultase ganador… Un mexicano. Me consta, porque fui a la entrega del premio, que el cuento era una mierda.
Sin embargo, sigamos con lo de los concursos. Mi primera recomendación es que si el cuento ofrece un premio estrafalario, digamos cinco mil o diez mil dólares al ganador, pues ni se lo piense. Eso está arreglado, arregladísimo, así que usted puede participar, pero está echando el dinero a la basura (hablo de dinero en copias, impresiones y estampillas).
Esto nos deja con los pequeños concursos, tipo ‘La alcaldía de la villa de no sé dónde en España convoca’, con algo más verosímil: 500 euros al ganador y un diploma u otra baratija al primer finalista. Estos premios suelen ser verdaderos, pero mucho cuidado: Usted tiene que leer con detenimiento las cláusulas porque muchas veces consigue disposiciones como ‘la alcaldía pasa a ser propietaria del cuento ganador y tiene derecho a reproducirlo cuantas veces le dé la gana sin que tenga que pagarle nada al autor’. Cuando leo esto la pregunta que me viene a la mente es: ¿Ellos creen que soy idiota? ¿Que voy a vender un cuento mío por 500 dólares? Advertencia: alejarse. Cuando participo en estos concursos lo hago a lo ‘punk’: Enviando un cuento que no me gusta para nada, que escribí cuando tenía 15 años y es malo, sólo por joder. Esta gente son unos mercaderes valurdos, dignos de todo mi desprecio.
Lo correcto es encontrar en las bases algo como esto:
‘7. Todos los originales seleccionados, los dos ganadores y los ocho finalistas, serán propiedad de sus autores, reservándose la asociación el derecho a una primera edición con la colaboración de la Editorial X’.
En este caso, lo normal es que los derechos del autor estén cubiertos por el premio (digamos los 300 euros) y usted debería recibir por lo menos diez libros gratis. Igual son detalles, lo importante es fijarse que las bases no digan ‘el cuento pasa a ser propiedad de X por diez años’, porque eso es francamente abusivo.
Caso número 2: La "editorial" no edita nada. Luego están los concursos organizados por estafadores profesionales. Recientemente fui víctima de uno de estos. Sucede más o menos de la misma manera: La ‘Editorial’ convoca a un concurso y luego le escribe a los participantes informándoles que la ‘calidad’ de los cuentos es tan grande, tan inmensa, tan valiosa, que los van a publicar en una recopilación; pero que dicha calidad no es lo suficientemente grande y valiosa como para que ellos inviertan en la edición. Suelen escribirte explicando que ‘sólo’ tienes que pagar 80$ por tu cuento y estás en la edición. ¿Cuáles son los problemas de esto?
Aparte de la cuestionable política según la cual usted paga y se le incluye (lo cual significa que probablemente quede en una edición llena de cuentos espantosos, publicada por gente que no es escritora pero que ‘le gusta escribir’ en sus ratos libres y escribió algo tipo ‘oda al amor perdido’ o cuentos de asesinatos, etc.), la estafa funciona de manera tal que el libro nunca se publica, mucho menos se distribuye. Es decir, ellos cobran el dinero de los ingenuos escritores y publican los ejemplares que les ofrecieron a cada uno, ‘a precio reducido’, por supuesto, y luego el libro no se edita más. Colocan sistemas ‘print on demand’ para editar un mísero ejemplar cuando su amigo o madre pide el libro por internet, pero aparte de eso, su libro no aparece, no está en ninguna librería y no venderá nada, es como si no existiera. A esto hay que agregarle que cualquier escritor conoce de antemano esta estafa y que si usted llega de lo más emocionado a explicar que ‘ganó’ un concurso en el cual ‘pagó’ para que lo publicaran, usted será el hazmerreír de la fiesta. Regla número uno del escritor: Nunca le pague NADA a NADIE por lo que usted escribió. La cosa funciona al revés, a usted le deberían pagar. ¿Tiene usted tan baja autoestima y confía tan poco en su trabajo que no sólo lo regala sino que usted paga para que lo publiquen? Si eso es lo que quiere, deje de escribir e inscríbase en Latinamerican idol, alcanzará la fama que tanto anhela de manera más rápida. Deje a los demás escribir en paz.
Esto me sucedió hace poco, cuando unos ladrones de una tal ‘Editorial Abaco’ convocaron a su concurso de cuentos y quedé de finalista. ¿Qué gano con esto? Gano el inmenso privilegio de poder comprar el libro que ellos editan con mi cuento ‘recopilado’, algo que nunca dijeron en las bases del concurso. Por supuesto que el libro no existe, no se distribuye y nadie jamás oirá hablar de él; ellos sólo van a imprimir los ejemplares que los tristes ‘finalistas’ pidan y más nada. Bella forma de ‘quemar’ un cuento, ya que al ser publicado no puede participar otra vez. La buena noticia es que no mandé mi mejor trabajo, por si acaso, y tuve razón.
Para que vean la talla de cinismo, bajeza y arrogancia de esta gente de ‘Editorial Abaco’, les coloco el correo (electrónico, ellos no van a pagar una carta enviada a sus ‘ganadores’) que me mandaron, donde subrayan que puedo ‘realizar mi pedido’ cuando quiera. Lean a continuación:
Estimado/a Vicente Ulive Schnell
Desde Editorial Ábaco le informamos que ya está a la venta "Pequeños Grandes Cuentos", antología conmemorativa del II Certamen de Relatos Ábaco que recoge el relato ganador, los finalistas, y los seleccionados. Puede encontrar más información y realizar su pedido en el siguiente enlace:
http://www.editorialabaco.com/editorial/verlibro.php?id=12
Una recomendación, entonces, a toda la gente que anda allá afuera.
Aquí les dejo un excelente vínculo sobre el tema:
Mapamundi de bolsillo de la estafa literaria (Letralia)
Por Vicente Ulive-Schnell:: sábado 29 septiembre 2007 à 11:28:: Articulos Propios :: #275 :: rss
LEAN ESTO TAMBIÉN
http://www.letralia.com/142/editorial.htm
2 comentarios:
Que bueno que a pesar de las estafas que se dan, en este ámbito de cazabobos, existe gente como tú, que alerta a los incautos. Te felicito, y agradezco tu inmenso, tú grandísimo aporte. Cariños grandes a la distancia :-)
También es cierto que existen cazabobos porque coexisten con los bobos. Tienes razón en lo que dices, pero lo has averiguado siendo el bobo. Te aseguro que la mayoría de escritores con amor propio, no necesitan caer en una trampa para aprender. Eso dice mucho de quien escribe, y por lo tanto, de qué escribe.
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