1 feb 2013

MIEDO A LA PÁGINA EN BLANCO


La hoja en blanco no es un temor exclusivo de los escritores. Todos hemos tenido miedo a comenzar y cada vez culpamos de nuestros infortunios a las uvas que se atoraron durante las doce campanadas de año nuevo. Dicen, que cada año contamos con 365 páginas en blanco. Cada día tenemos por escribir 24 líneas (Ya no asusta tanto). Pero qué decir en cada hora, qué hacer para no malgastar el lenguaje y llegar a nuestro lector.
¿Qué me gustaría leer a mí? Es la pregunta con que voy resolviendo cada una de las líneas. Será irrelevante para unos, pero confío en que otros escucharán lo que su interior les ha querido decir pero carecía de palabras.
En este ejercicio de ir venciendo el miedo a lo desconocido estamos desde el día en que nacemos, cuanto necesitamos y deseamos no está más al alcance de un cordón que nos une a nuestra madre. Hay que tejer un cordón que nos una a los demás, con ellos es que podemos construir y compartir nuestras necesidades y sueños.
El lenguaje busca llevar al otro lo que construimos mentalmente, hay teóricos como Joan Costa, que aseguran que este puente de sentido entre mi interior y el exterior, entre yo y el otro, permitió una evolución social exponencial.
Hoy parece que extraer nuestras ideas y compartirlas es lo más común, basta ver Twitter, Facebook, Instragram, pero ¿Qué historias nos estamos contando? Compartir no es lanzar botellas con mensajes personales al mar como tuits al Timeline. Es conectar con el otro, encontrar objetivos comunes y distribuir las tareas, los proyectos. Es tejer cordones sociales.
Es insuficiente llenar las 24 líneas con el flujo de pensamientos del menor esfuerzo: “ya tendré otra hora, otro año”. Necesitamos conectar con los demás para que cada línea cuente una historia digna de ser recordada. Soy consciente que muchas líneas son sólo el preludio de un clímax, pero se van escribiendo con la decisión y el trabajo dirigido hacia un objetivo. Así me gusta escribir mis líneas y a ti ¿cómo te gusta tejer historias?
El miedo a la página en blanco paraliza y llena las redes sociales de quejas, chistes, postales, ciudadanía de sillón y likes. La página en blanco desaparece con el primer verbo que mata al miedo: Soy mamá de tiempo completoDoy 60 minutos a mi paíssoy pequeño gran humanoSoy Internet para todos.
El discurso social se transforma cuando modificamos las palabras, las palabras somos nosotros y hay suficientes para cubrir la página, necesitamos organizarnos para decidir la narración. El lenguaje es una evolución exponencial cuando organizados trabajamos en equipo para matar a la bestia en medio del frío. Uno proyecta la lanza más afilada, otros copian el movimiento, unos más esperan, cada uno tiene un rol, pero el objetivo es común, conseguir alimento y vestido. Hoy, las lanzas están en el aire pero el objetivo común es vago ¿Qué nos corresponde hacer? La historia que nos contamos (inseguridad, pobreza, injusticia, corrupción) no cambiará mientras no elijamos un orden de palabras distinto. La página en blanco está ahí, cada día.
Esta columna buscará escribir líneas que inviten, reflexionen y conecten. Alguien más está viendo las lanzas en el aire y mira alrededor buscando a otros con quien vencer el miedo de la página en blanco.
Twitter: @juliacuellar82

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