26 ago 2012
19 ago 2012
Recuerdos de segunda mano
¿Alguien compra recuerdos de segunda
mano? Los vendo ahora que están frescos. Sé que no los necesitaré, no quiero
verlos, una vez cuando fueron presente bastó para quererlos y amarlo a él. Son
una bella historia entre un hombre y una mujer. No son distintos de cualquier
otro recuerdo de amantes. Ni una sola vez he repasado lo vivido, huyo de la
nostalgia, la melancolía o el arranque suicida de volver atrás. Cómprenlos,
garantizo satisfacción plena. Lo dice una experta, una mujer con tantas
historias borroneadas, re-escritas, re-estructuradas, re-dialogadas, que se niega a archivar la que la hizo
feliz.
La que vendo es la mejor de todas las
historias, por eso la oferto porque de lo contrario me perdería en ella por su
nitidez, su locura, su relato circular, su ritmo y su pasión. Perderme en la
remembranza sería matarme, aceptar mi fin como recolectora de amores perfectos
pero frustrados. Aún no es tiempo de terminar mi colección, ya será y tal vez
compre la que hoy vendo. A lo mejor entonces revivir esta historia será
dichoso.
Siempre he vendido mis historias, infinidad de
copias para aquellos que prefieren oír que vivir. Nunca antes las vendí como
recuerdos sin gastar, sin re-plantear, sin narración oral.
Usted señorita de 18 años que acaba de ser
votada en pleno faje, la necesita. Usted señora de 40 que nunca sintió un
orgasmo le va a gustar. Usted divorciado en víspera de segundas nupcias y con
hija, será su mejor despedida de soltero. El de allá, oígame, no esconda su
dedo anular izquierdo, no es necesario, esta historia se lo explicará. No se
vaya, abuela, su robo en caballo a sus 16 es épico, pero siempre prefirió lo
lírico, cómpreme los recuerdos le agradarán.
Cualquiera, llévense estos recuerdos y déjenme
una hoja blanca como pago. De ahora en adelante, aparte de recolectar amores,
juntaré papel hasta armar un libro que lo diga todo sin decirlo. Por favor,
ábranlo y encuéntrense, continuen con una narración que consuele a esta
vendedora, incapaz de trastocar la memoria con la mirada del recuerdo después
de la despedida.
Julia Cuellar
24 septiembre 2006
En redes nos vemos...
Declaran
su amor en tuiter, se ponen el cuerno en FB, esperan su documentación para
regresar a su origen y después volver ahí, donde esperan.
Mientras
se tocan, no hay nada más qué hacer. Ojalá solo se tocaran el cuerpo pero las
ideas son virus que no dejan de reconfigurarse y saltan
Se
desconocen en lo público y lo privado no existe, carecen de identidad. Son
cuerpos ocupando plazas, sin voz, sin voto.
Ni
siquiera se atreven a amarse entre sí porque están de paso, una transición
demasiado larga para considerarla como tal.
Nada
existe hasta que es nombrado y por eso evitan nombrarse, piensan que siendo
aire no se dañan los corazones.
Creen
que el desapego es negar que se conocieron. Imaginan que ir a casa da sentido,
dirección, pertenencia.
Son
incapaces de reconocer que son turistas que visitan un lugar conocido, pero no
son quienes partieron, ni es su casa. Jamás se vuelve.
Eso
que niegan es lo que son, ese encuentro de ideas, pieles, confusión, ese
renombrarse cada día, ese nuevo concepto de ser en las redes.
Estar
sin estar, pero evidenciar que estás con fotos, mapas, palabras.
Ser
avatares reconocibles, pero inmutables ante el gozo, el insulto, el
desconcierto.
Están
ahí, las ideas se mezclaron, se despiden con un beso. Creen que un plástico los
protege del otro.
El
otro, ese espejo que regresa lo que nos negamos a ver.
CARACOL
Lore
extendió los brazos, solo deseaba dos cosas: conocer el amor y salir de su
aldea.
Una
aldea con edificios, aeropuerto, museos y universidades, pero con esquemas
sociales inflexibles.
Lore
soñó que el cielo era el mar, bastaba con tocar arena para llegar a otro lugar.
¿Cómo alcanzar esa arena?
Lore
dibujó escaleras interminables de ideas para alcanzar el mar y después nadar.
Lore
creyó en un astrónomo, un ingeniero, un poeta, un neurólogo y un político. Con
cada uno supo lo que no era el amor…
…y
lo imposible de nadar. Siguió dibujando escaleras.
Un
caracol cayó cerca de su escalera. El mar viene, tú no vas a él, pensó.
Lore
extendió sus brazos: quería saber que era el amor y abandonar su aldea. Lore,
lore, lore, lore, repitió cada vez más fuerte.
Cerrando
los ojos vió la formación de un caracol dentro de un caleidoscopio. Lore, Lore,
Lore, Lore.
Del
caracol emergía el mar, el caleidoscopio mostraba escaleras que se enrollaban
en sí mismas. Lore lo supo.
El
amor y el mar la habían encontrado.
Su
aldea le fue ajena. Dejó de dibujar escaleras, las fabricó de historias y
salieron de su aldea.
Lore,
dijo una voz. Soy yo, he seguido tus historias, soy yo, me llamaste.
Ven
conmigo a la isla te encantará, dijo la voz. Soy aquí, afirmó Lore. Era un
caracol, emergían de sí el mar y el amar pero no sabía recibir
¿cuánto
puede durar un caracol?
J y R
Se acercan como niños
traviesos. Han decidido jugar sin conocer bien las reglas, los atrajo la soledad.
Tiemblan, se acercan, casi
se tocan las narices y J. decide quitarse los lentes. R, ve pasar la mano
demasiado cerca de sus ojos, le gusta.
J sonríe. R ve su cabello
enmarañado y juega con él. J abraza por la cintura a R y empieza a besarla.
R siente unos labios suaves,
dulces, casi de niño y recuerda su primer beso.
Como en su primer beso no
sabe qué hacer, abre la boca pero no atina a regresar la caricia, está
confundida, la excita el beso de un extraño .
J y R acaban de conocerse. J
propuso ver qué pasaba cuando dos extraños se acompañaban. R estaba tan
aburrida esperando el amor q aceptó.
J deja de besarla, la mira.
R se recuesta, ignora su espera, quiere recordar lo que es sentir a otro cerca.
J se coloca sobre ella.
los besos regocijan a R y
las caricias alivian a J. Sus cuerpos tropiezan, enmudecen...
procuran no molestar al otro
y por eso no terminan de adivinar el siguiente movimiento.
R sobre tacones se mira al
espejo. Cómo puede esperar al amor ahora que sabe que para estar cerca no hay
que amar.
J se ducha. Cómo volver a
casa cuando esa extraña le ha parecido distinta, recordable.
J acompaña a R a la banca
donde la encontró y se sienta a su lado. Le toma la mano, carece de línea para
esa situación.
R admira la mano de J, le ha
gustado desde el principio porque se parece a la que soltó y espera que
regrese.
J tuitea: esto debe ser el
amor, el silencio que no incomoda.
R revisa su TL, Retuitea a
J. Se miran de reojo. ¿El amor? Es un salto al vacío de dos voluntades q
confunden besarse con volar
Armaduras
Estamos en problemas, dijo. Ella sólo atinó a reír.
Él la
miró diciendo: Eres increíble ¿qué haremos?
Ella: vivir el momento y decir
adiós .
El adiós se acerca y Ella sabe que mintió, debió decir: no
podré olvidarte, dejémoslo así. No sé vivir el momento, sólo sé vivir
recordando que te perdí.
Él también mintió, ha dicho esa línea cientos de veces y
suma en su lista mujeres.
Él y Ella saben que se mienten. Fingen porque la dulzura en
sus labios es cierta y a veces, la piel manda. Mañana es irrelevante para los
poros, los ojos y el vientre. Saben que mentir es salvarse del cronómetro que les
reclama otros deberes.
El amor se escapa de ambos, son armaduras acariciándose. Eso
les basta. La verdad que buscan no les será revelada mientras Él y Ella crean
ser los mejores narradores.
El adiós llega.
Ella dice: estoy en problemas.
Él: debo
irme, el amor me espera en otra parte y a ti también.
Ambos refuerzan su armadura, eso que llaman amor no existe
para ellos, se han mentido desde el principio. Sus corazones dejan de latir.
Caminan, respiran, hacen, besan sin saber que el amor es
distinto y tangible para otros. Él y Ella se niegan para poder seguir viviendo
Él, Ella, Él..Ella...Él.....ELLA......Él.....Ella......Él: tenemos
problemas, eres increíble.
Ella: vivamos el momento...
Reinicia la historia con otra Ella para Él y otro Él para
ella. Van destruyendo la posibilidad del amor original y constructor de
sentido. Van juntando nombres y recolectando pérdidas, van dejando de ser
humanos.
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