16 jul 2008

Escritura y vida

Leyendo por ahí encontré este fragmento de la novela BASURA de Héctor Abad Faciolince. Una obra que indaga sobre las letras que un escritor fracasado continúa escribiendo casi como necesidad fisiológica y que terminan en la basura porque no cree más en que tengan algún valor. Es su vecino el que se vuelve lector de estar obras tiradas a la basura. Aquí el fragmento que nombra lo que algunas veces he pensado, las letras o la vida ¿se pueden combinar? ¿se vale compartir? Tal vez nunca sea escritora porque nunca podría renunciar a los otros, a la piel, al amor, a los días soleados, a la televisión. Tal vez porque no estoy dispuesta a renunciar a lo que conformarán mis recuerdos de anciana y prefiero escribir entre servilletas, notas al pie en algunos libros, en libretas, en la memoria, entre canciones y sueños a hacerlo entre teclados y pantallas en absoluto silencio. Aún no sé qué será de mi, pero mientras disfruto escribir sobre mi día a día y leer sobre el día a día de los demás.

BASURA
(Fragmento)
por: Héctor Abad Faciolince

Hay que decir lo mismo de otra forma, y eso es muy difícil, o hay que decir mentiras, y tanto lo uno como lo otro es la literatura, una inmensa mentira que parece verdad y una amena manera de decir lo mismo. Se me han acabado las mentiras y no puedo escribir lo mismo de distinta manera, así que dejo de escribir. A ella, a esa mentira, sacrifiqué mi vida, o no mi vida (que es una miseria insignificante, que es un desfile de años vacíos en los que no hice nada, una sucesión de comidas, paseos, decepciones y brevísimas alegrías que carecen de importancia) sino aquello que mi vida podría haber sido: el contacto con alguien, el amor a alguien. Me he pasado treinta años trotando con dos índices sobre las teclas o apretando un palito entre mis dedos cuando debí haber estado tocando la piel de un cuerpo. Pude haberlo hecho y no lo hice y no me lo perdono. Con menos rencor, con más insistencia, podría haberlo hecho. Ahora ya es muy tarde y aunque no vaya a morirme mañana nada puede rescatarse. La más amada piel, la piel que es casi como mi piel era, es la piel de una extraña.
Lo declaro por escrito: la escritura me robó eso: lo que yo más quería, otra persona. Odio lo que he escrito, tanto lo publicado como lo perdido. Odio lo que soy, y lo único que he sido son estas torpes palabras que he intentado juntar.

2 comentarios:

la Presidencia de la NRB dijo...

Julia, me agrada el rescate que acabas de hacer. Me recuerda un poco a un personaje de "Amélie": a Hipolito, el escritor fracasado.

Para esas latas de la escritura, te recomiendo que te acerques a algunas obras de Salvador Elizondo, como "El grafógrafo", cuyo cuento que le da nombre al libro es tremendo. (No tengo otra palabra para describirlo.)

Pero sigamos escribiendo, porque la escritura es vida. ¡¡Gracias!!

JULIA CUELLAR dijo...

Gracias por las porras. La verdad es que el texto me pareció muy lindo y quería que más ojos lo vieran y más corazones lo leyeran. JAJAJA qué cursi soy.

Buscaré esa nueva recomendación literaria, mil gracias, cada día eres más un coautor de este blog que un visitante.

SALUDOS