27 feb 2009

TOTALMENTE DE ACUERDO


Desde ayer se aplica en la capital un avieso Reglamento de Tránsito Metropolitano, violatorio de la dignidad y los derechos humanos.

Asusta que la administración perredista de Marcelo Ebrard (político de obra y aureola progresista) haya llevado aún más a la derecha el fascismo sanitario de la Asamblea Legislativa del DF (y su escalofriante legislación contra fumadores), imponiendo algo que no aligera la circulación, pero extrema la persecución.

Por ejemplo, se fija una multa semejante a las mujeres que se maquillen cuando estén al volante y a los conductores que vayan fumando.

Si ellas, al tiempo que conducen fueran pintándose los labios o poniendo rímel, estarían en riesgo, sí, de provocar un percance que merece prevenirse. Pero, ¿y si lo hacen en un alto (o uno de los crónicos embotellamientos que la autoridad sigue siendo incapaz de resolver)?

¿Y por qué humillar saqueándoles 250 pesos a quienes fumen al tiempo que manejan?, ¿porque se distraen?, ¿porque el tabaquismo (como el alcohol y las drogas) es causa de accidentes?

¡A correr!
cmarin@milenio.com


Siempre me ha caído bien Marín, pero más de acuerdo no puedo estar, una mujer maquillándose en un embotellamiento o en un alto no es un peligro para la ciudad, es un acto de embellecimiento público y es una técnica para no perder los nervios en una trayectoria de 20 metros en un tiempo de 2 horas.

A mí me han quitado lo único que me mantenía concentrada en el volante a la hora del embotellamiento diario a Santa Fe. ¿Cómo es eso? Muy simple, soy una persona altamente distraida, cuando empiezo a hacer algo monónoto mi cerebro se queda en automático y empiezo a ocuparme de cosas más interesantes, divages literarios. Estar en automático a la hora de manejar es lo realmente peligroso, porque así no puedo reaccionar a las estupideces de los conductores aledaños a mi carro, dejo de pisar el freno y choco en un alto, o de plano puedo quedarme dormida del cansancio de subir y bajar Santa Fe a una velocidad de menos 10 km por hora y eso es literal, le voy a tomar una foto a mi velocímetro para que me crean los que no son del D.F. Así que manejar en el D.F. es una actividad monótona, que no implica riesgo, salvo porque cuando es momento de moverse todos se aperran como si mágicamente se fuera a despejar el camino y pudieran correr sus carros a más de 140 km por hora. Otra recomendación, no aceleren los autos, consumen gasolina, lo cual repercute en sus monederos y en el medio ambiente, total menos de un centímetro de distancia se puede avanzar únicamente con energía cinética. Ya sé que todos aceleran para ganarle al de al lado que se quiere meter a su carril, como si esa diferencia fuera a ahorrarles 45 minutos de su trayecto de dos hora, no, no ahorra nada, estresa y a veces bloquea a quienes simplemente van a dar vuelta. Que de hecho si se les permitiera dar vuelta no taparían el tráfico de todos los demás que esperan detrás.

Pero dejando mis filosofías del automóvil y el rendimiento eficiente del combustible, (ven que soy distraída y divago). Retomo mi pensamiento sobre lo terapéutico y eficaz del maquillaje en el auto para no morir de tedio o no matar a nadie. Maquillarse cuando se avanza a 10 km por hora o en semáforos que duran más de tres minutos es realmente fácil. Uno sólo tiene que apretar el freno y hacer movimientos rápidos con su intrumento de belleza sobre la cara. De hecho yo me maquillo así: Subiendo las águilas dejo que mi carro avance con la energía cinética y cuando es necesario presiono el freno (la mayor parte del tiempo)o el acelerador ligeramente. En esa subida los carros vamos uno detrás de otro y somos como vagones interminables de un tren, así que sólo hay que preocuparse de no chocar adelante o que no lo choquen atrás. Entonces en esa subida aplico la base del maquillaje y el corrector en los ojos, recuerden chicas, movimientos circulares y ascendentes, no queremos remarcar las arrugas. Luego más arriba de esa misma calle, pero en la zona de topes, a la altura del Superama, hago el delineado superior de los ojos, me enchino las pestañas y aplico el rimel. Ya en los puentes de Santa Fe, que básicamente son tres carriles de trenes con vagones multicolores y multitamaños, aplico el delineador inferior de los ojos, el blush y el glosss.

Así era como cada mañana llegaba a mi trabajo presentable, relajada y sin haber muerto de aburrimiento.

El maquillaje dentro del carro es terapéutico porque se dedica tiempo a uno mismo (algo muy difícil en ciudades como el D.F.), en lugar de ir mentando madres a los demás conductores o a Ebrard y sus obras perennes.

El maquillaje evita accidentes porque uno está DESPIERTO. Estar atento a la rayita del ojo, al carro de adelante, al de atrás, al de al lado, al semáforo y los alrededores, lo mantienen a uno consciente. Además uno sabe que sería una estupidez chocar por ir maquillándose, así que las precauciones se extreman para no provocar accidentes. Este multitask de hecho también es saludable, activa la memoria (calcular en qué semáforo y en qué calle es mejor qué secuencia del maquillaje); los movimientos psicomotores finos (delinear los ojos y el rimel); previene la artritis (repetición innumerable de movimientos en articulaciones de rodillas, codos, manos y dedos); se desarrolla ritmo (uno repite la secuencia de freno, cambio de estación de radio, volumen, maquillaje, canto desaforado, al fin nadie oye y lectura rápida del publimetro, hay que estar informado).

Estos son los beneficios del maquillaje, mujeres guapas,precavidas, saludables, e informadas.

Ni modo, nos cambian las reglas, pero no hacen nada para mejorar el tránsito, así que inventaremos otra forma de pasar el tiempo, qué tal leer una novela o cerrar los ojos y enlazar todos los carros antes de subir, o jugar ajedrez quizá. Porque en definitiva seguiremos haciendo el mismo tiempo y perderemos el paliativo.

19 feb 2009

FICCIONES RELATIVAS


Según Julio Patán y lo que llevo de su libro Conspiraciones, uno necesita creer y es por eso que se inventa complejos sistemas de verdades absolutas, con personajes inconmesurables y perfectos. Ahí cabe la religión, la ciencia, las teorías de conspiración y por supuesto, desde mi particular punto de vista, la literatura. En estas estructuras encontramos el orden. Ciframos el cosmos en valor de que nada puede suceder si no hay una inteligencia suprema, un plan maestro, una razón que justifique hasta el más mínimo acontecimiento. Necesitamos creer que todo está escrito o se está escribiendo por quien sí sabe para sentir seguridad, para imaginar que hay una orden. Lo anterior sólo para no caer en la depresión, la histeria, la psicosis o para no encontrar una belleza sugerente en cada balcón de un tercer piso.

Inventarnos un orden es ficcionar y por eso incluyo la literatura. Uno se inventa realidades para existir, de tal forma que parte de lo que sucede lo codificamos como nos conviene, como mejor se acomode a nuestro guión. Sí, según mi teoría todos somos psicóticos. Entonces cada hecho se vuelve relativo, depediendo de cómo nos facilite lo que queremos creer, lo miramos. Condicionamos la realidad a nuestros relatos, a nuestra sensibilidad, quien finalmente es el dictador, el director, el gestor de nuestras creencias. Lo que nos hace sentir bien es lo que creemos. Obviamente habrá quienes encuentren gratificante el pensar en el apocalipsis sin recompensa y otros que consideren que el malestar es previo al paraíso.

Hace poco también leí que algunos teóricos de la comunicación afirman que estamos en la época de comercializar las sensaciones, las experiencias. Ya no compramos productos, sino vivencias. Por eso, las nuevas generaciones no buscan la casa, el auto sino el mejor relato de aventura de unas vacaciones, la mejor experiencia de sonido, de video. Queremos sentir y eso es lo que pagamos. También afirmaban que comprar sensaciones lleva implícito el poder compartirlas rápido y efectivamente, ahí se insertan los fenómenos facebook, blogs, chats, podcasts, videos, fotos. Queremos contar lo que vivimos, mi conclusión, queremos ficcionar, escribir nuestros guiones, editar la vida. Los mejores relatos están construidos con hechos relativos, acontecimientos donde la mirada del protagonista ya modificó la realidad para poder narrarla como mayor placer le produzca.

Finalmente, lo que sentimos influye en cómo ficcionar para creer. El ejercicio de narrar consiste en fragmentar la realidad en acontecimientos relativos que después serán unidos o editados según la experiencia sensorial que el escritor quiera vivir, esto con el afán de crearse un sistema verosímil que le permita contar su versión de la vida. Para mí, la literatura es un ejercicio de ficciones relativas. Ni tan verdad, ni tan mentira, sólo la infinita necesidad de crear orden.

18 feb 2009

EL SUER(L)O DE LA VERDAD.


Desperté con una propuesta de matrimonio, parecía que por primera vez un 14 de febrero no me traería tragedias, pero no fue así. Al minuto, mi amiga Helena llamó destrozada, era una magdalena que necesitaba apoyo y una vía de escape de la casa de la bestia con quien vivía.

Me recibió llorando y en pijama. Su prometido Ernesto y Manuel, uno de sus amigos, llegaron borrachos a las siete de la mañana. Helena despertó por el ruido y decidió bajar a recibirlos y prepararles el desayuno. En las escaleras escuchó lo que ahora la tenía en shock.

-Esa vieja no significa nada en esta casa, nada- dijo enfáticamente Ernesto.
- Cállate, te va a oír- replicó Manuel.
- Que me oiga, ella lo sabe, lo sabe muy bien aunque se haga la loca. Sabe que su estancia aquí es un favor que yo le hago. ¿Ves esta casa? ¿Ves ese refri, ves ese jugo? Pues todo está aquí por ella, porque si falta algo hay un pedo. Yo ya no me encargo de nada, ella quiere estar aquí, quiere estar conmigo, pues tiene que hacerlo todo, que le cueste. Yo ya no hago nada.
- Ernesto, ella es tu prometida.
- Me vale madres, ella está aquí por persistente. Tú no sabes, pero te voy a contar. Yo la corrí de la casa, hace ya mucho, apenas estaba llegando a la ciudad. En una fiesta me hizo enojar y la corrí, la saqué de la casa, yo estaba pedo. Al día siguiente apareció, yo no me acordaba de haberla corrido, pero ella dice que sí, pero que me perdonaba porque estaba borracho. Siguió aquí. Otro día salimos con un amigo, me puse borracho otra vez y le dije que no era nadie, que su nombre no significaba nada, que nunca sería nadie. Agarré el carro y me fui. Mi amigo me contó después, que se la llevó a su casa, que le habló a su novia y le pidió que le diera asilo a Helena porque si se quedaba con él y yo me enteraba no la iba a perdonar, seguro creería que entre ellos pasó algo. Mi amigo quiso hacerme entender que lo que le dije a Helena era ofensivo, que ella me amaba, que no merecía ese trato. Pues le contesté que si la quería que se la quedara, que yo no la amaba, que me valía madres. Ella se fue a su pueblo por unos días, luego me habló, regresó y volvió a decir que me perdonaba porque estaba borracho. Sigue aquí, ves como es persistente. Es tan persistente que todas las noches quiere sexo, y bueno, pues cogemos, aunque a veces ya no quiero, la neta tengo otra vieja, mucho más buena y pues después de cogérmela tengo que llegar aquí y cogerme a esta.
-Shh-
- No me hagas shhh. Entiende, esta vieja no me importa. Tú y yo somos muy diferentes, tú amas a tu vieja, tú le debes mil cosas, la tienes aquí, en el corazón. Yo a ésta no le debo nada, no la tengo en el corazón, me vale madres. Mi ex mujer es la dueña de una casa editorial y esta vieja no es nadie. Mi ex mujer era guapa, blanca, alta, buenísima y esta vieja es una chaparra, fea.
- No.
- Ya sé que te gusta, ya sé que algunos piensan que es guapa, pues a lo mejor, no sé, para mí es muy fea. Yo he tenido puras viejas de portada, puras mujeres exitosas, ese es mi estándar, ésta es un error. Sabes lo que me dijo la segunda vez que volvió: sé que no soy la mujer que quieres, sé que te gustan las mujeres exitosas y brillantes, pero yo te amo y quiero estar contigo. Y se quedó. Ves que es persistente. Pero a mí no me importa, yo tengo mi vida.
- Pero te vas a casar con ella.
- Pues sí, la vieja se ha ganado a mis amigos, esta casa está siempre arreglada, ella paga la comida, el mantenimiento, luz, agua, teléfono. Ya sé que yo puedo pagarlo, pero me vale madre, si quiere estar aquí que le cueste. Mi dinero es mío, no de ella. Yo le conseguí su trabajo, pues que me lo agradezca. Soy un macho, sí, soy un macho y quiero una vieja en la casa, aunque no la ame, aunque no sea nada de lo quiero, para eso están las viejas que tengo afuera.
- Ernesto te vas arrepentir de lo que dices.
- No, carajo que no, que es lo que pienso, es la verdad. Sí, cada que regresa le tengo que decir que la amo, que no es cierto que pienso que no es nadie, que vale mucho, pero es mentira, le miento, no es nadie, eso es lo que realmente pienso, no siento nada por ella. Cuando amas a una mujer, cuando está en el centro de tu corazón, entonces esas mujeres te dominan, te destrozan la vida. Esta vieja es perfecta, no la amo, no me domina, yo decido todo y ella obedece. Soy un macho y necesito una así, que sabe que le hago el favor de estar con ella y se siente bien. Jajaja. Dime si no es una estúpida. Yo ya tuve una vieja chingona, ya no me enamoro, eso ya no sirve, quiero hacer lo que quiero.

Cuando el animal se quedó dormido mi amiga me llamó y después de oír su relato la respuesta era obvia.

-Tienes que dejarlo- le dije enfática- no hay nada que pensar, tienes que dejarlo. No te mereces esta vida y no es la primera vez que te insulta. Deja de fingir Helena, ni siquiera nos habías contado de las otras veces.
- Nunca les cayó bien, seguro me hubieran dicho lo que me estás diciendo ahora.
- Por supuesto, una vez es suficiente para romperle un florero en la cabeza y nunca volver. Amiga no es el mejor momento para decirlo, pero necesitas ayuda, nadie merece vivir esta violencia. Saquemos tus cosas, no puedes seguir aquí.
- Pero, es que estaba borracho.
- No mames, que no sabes que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad, qué más quieres. Es la tercera vez que te insulta, ya, reacciona, no puedes amar a alguien así, es una mierda.

Luego de darle terapia de choque y obligarla a reaccionar, al menos para salir de la casa, aceptó empacar y regresar a su departamento en Irapuato. Saliendo de la cochera noté que no llevaba su anillo de compromiso.

-¿Y tu anillo?
- Lo dejé, ya no me voy a casar.
- ¿Qué? ¿Sabes lo que vale ese anillo? Es lo único decente que te ha dado ese animal, regresa por él, que lo vamos a vender y vivirás de ese dinero.
- Pero no tengo la factura y además tengo mis ahorros.
- Eso no importa, es México, hay mucho mercado negro que compra sin factura, tráete ese anillo y cualquier cosa de valor que la bestia te dio.

Una vez que teníamos lo único trascendente de la relación de Ernesto y Helena, iniciamos cuatro horas de carretera rumbo a su departamento de estudiante, herencia de sus padres fallecidos.

El departamento estaba vacío, Helena nunca había querido decorarlo demasiado, siempre pensó que sería un espacio transitorio. Su cama individual la hizo llorar. Un estoy sola de nuevo, se escapó entre sus manos que cubrían su rostro y el hipo que impedía su respiración normal.

Fue un fin de semana amargo. Me dolió ver a mi amiga destrozada, humillada. Pienso que no es la única mujer que pasa por circunstancias parecidas, seguro hay muchas a las que la sensación de sentirse solas, desamparadas, las obliga a aceptar, a bloquear, a ignorar tratos indignantes. Entre sus ataques de tristeza y melancolía, le surgía el miedo a perder el trabajo y su beca del FONCA.

-Nunca supe si yo gané la beca o él me la consiguió. Una vez me dijo que él podía hacer que los jueces me la otorgaran. Nunca supe si era cierto o no. Honestamente no pensé que me fueran a dar la beca nacional, me costó muchos años conseguir la del estado y a la primera conseguí la nacional. Recuerdo que cuando vi mi nombre, no sentí felicidad porque no pude saber si él me la había conseguido o había sido yo. – me contaba Helena-
- Amiga, el punto es que ya la tienes, que debes de terminar tu trabajo y ya no importa cómo es que la tienes. Hazla bien y demuestra tu talento. En el peor de los casos, si ese animal te la consiguió, pues piensa que su única bondad fue despertar la conciencia de los jueces y ayudarlos en su decisión de apoyar una joven promesa. De cualquier forma, nadie se mantiene si no es verdaderamente bueno, las palancas sirven para entrar, no para permanecer. Aprovecha.
- ¿Y mi trabajo? si me lo quitan ¿qué voy a hacer? ¿de qué voy a vivir?
- Mira, en tu trabajo ya saben lo que vales, si el animal habla para decirles que te corran, pues va a ser doblemente bestia el jefe que te corra sólo porque su amigo enojado se lo pidió. Sería absurdo. Pero si pasa, porque esta vida está llena de de absurdos, pues buscamos otros. Siempre hay salida amiga, una no puede vivir en una jaula nada más porque es de oro. Recupera tu libertad, tu vida.

El domingo después de comer con la otra parte del consejo de brujas y de animada y reiteradamente insistirle a Helena que no estaba sola, que la mejor decisión era dejarlo y que era imperdonable su conducta, regresamos a México. Los dramas personales existen fuera de los horarios de oficina, pero el lunes a las nueve, había que ser una editora profesional y revisar la agenda de la semana. Helena siempre ha sido buena actriz, estoy segura que le fue bien. De cualquier forma, mientras encontramos un departamento para ella, se quedará conmigo y mi novio, a quien por cierto no le he respondido si quiero casarme o no. Con un drama así, uno permanece incrédulo del amor y sus instituciones sociales.

DISEÑO

16 feb 2009

¿EXISTE UNA DIFERENCIA REAL?


El Colegio de México y Editorial Sexto Piso tienen el placer de invitarle a la conferencia magistral titulada Identidad social, identidad personal: ¿Existe una diferencia real? del filósofo francés Clément Rosset.

«"[...]el secreto del mundo es justamente el mundo"; no hay nada más que buscar, ni el más allá, ni dios, ni el espíritu, ni las ideas. "La realidad es lo que es –ni doble, ni fea, ni bella– y no es otra cosa". Sólo admitiendo esto es posible el amor por lo singular, por la unicidad, por la existencia propia; sólo así es posible la alegría.»
-Extracto de la contraportada del libro El objeto singular editado por Sexto Piso.

Conferencista:Clément Rosset.
Fecha:Martes 17 de febrero
Hora:16.00 horas
Lugar:Auditorio Alfonso Reyes del Colegio de México
Dirección: Camino al Ajusco #20, Pedregal de Santa Teresa, CP 10740

14 feb 2009

Razones para salir y crecer.


Yo no tenía ninguna intención de permanecer ni un día más en aquella tranquila y elegante ciudad. Aunque eso supusiera nuestra ruptura. Si me quedaba, algo dentro de mí se perdería para siempre. "Y es una pérdida que no puedo permitirme", pensaba. Era algo vagamente parecido a un sueño. En él había ardor y, también, dolor. Se trataba del tipo de sueño que tal vez sólo pueda tenerse a los diecisiete o dieciocho años.

Y ese sueño Izumi tampoco podía entenderlo. Lo que ella perseguía en esa época era un sueño de naturaleza muy diferente, un mundo que se emplazaba en un lugar muy distinto.

Pero, al final, antes de empezar realmente esa nueva vida en ese nuevo lugar, nuestra relación llegaría a su fin de una manera brusca e impensada.

Fragmento de Al Sur de la Frontera, al Oeste del Sol. Haruki Murakami.

6 feb 2009

SEÑORA DE CLÓSET


Mis amigas me sentenciaron: siempre has sido una señora de clóset y por fin saliste. Reí mucho ante semejante declaración, no era la primera vez que me lo sugerían, pero sí la primera que era enfática y que yo lo reconocía. Antes solían cantarme algo así: yo soy una mujer florero, sentadita en casita yo te espero.

Pues sí, soy una señora de clóset y ya salí, esta aventura empezó ya casi un año atrás, en un abril frío en París. No me arrepiento. Toda mi preparación infantil, los juegos de té, los tres nenucos, los pañales, las cobijas, los biberones, la casita de tela, la carreola y mi convertible azul fueron la educación más efectiva que tuvo el sistema para hacer de mí la señora de clóset que soy.

Obvio pasé por mi etapa de mujer liberada: mueran los hombres, no los necesitamos, son unos perros mal agradecidos, todos son iguales, yo soy autosuficiente, libre, inteligente y tengo derecho a ser fea si quiero. No es novedad a donde me llevó esa actitud, a la soledad, a perder al novio más tierno, amable, comprensivo, al mejor amigo y confidente que he tenido en la vida. Aunque también conseguí algunos amigos de copas que todavía hoy están sorprendidos con mi transformación. Algunos de ellos siguen creyendo que algún día despertaré de mi letargo y volveré a ser su compañera de parrandas.

Además descubrí que no podría hablar mal de los hombres cuando mi familia está compuesta mayoritariamente por ellos y mi papá y mi hermano son el mayor soporte de mi vida. También reflexioné que si alguien me ha hecho sufrir en la vida son las mujeres, no los hombres. Así que admití que había comprado un ticket discursivo que no me pertenecía y decidí ser quien yo quisiera ser y no quién socialmente se esperaba que fuera.

Así es como descubrí que efectivamente quería una familia, un compañero para toda la vida con quien compartir roles diferenciados. Sí, yo necesito hombres autónomos, fuertes, responsables, que arreglen desperfectos en la casa y saben administración financiera. Yo necesito ser la mujer que cuida el hogar, procura la belleza, alimenta y busca la armonía en la familia. Soy una clásica mujer de los 50's.

La realidad obviamente se impuso y no soy tan ordenada en las labores del hogar como lo imaginé, ni mi hombre es tan buen administrador y talachero, pero la convivencia es armónica. Lo mejor de todo es que somos una pareja con vidas individuales que comparten el estar juntos, sin ahorgarse con exigencias mutuas por cumplir expectativas de arquetipos de pareja o familia.

Así que bajo estas condiciones de una familia más moderna admito que soy una señora de clóset y no me arrepiento, no estoy subyugada, ni estoy sacrificando mis metas personales por el servicio de mucama de los demás, tampoco estoy obligada a usar tacones y delantal. Soy una señora de clóset feliz.

Amigas, son bienvenidas a mi clóset cuando quieran. Sin ustedes esta aventura de crecer no sería tan buena.

5 feb 2009

DECIR SÍ

Decir sí a todo en la vida puede meterte en ciertos conflictos. Para muestra vayan a ver la película Sí Señor con Jim Carrey. Al principio me negué a verla, pero terminé diciendo sí. No me arrepiento, mi risa era imparable. Afortunadamente la película trata sobre ser feliz en la vida y no hubo ningún amargado que no entendiera el mensaje por lo que nadie me cayó.

Me gustó la película porque muestra que ser aventurado y estar abierto a la vida nos asegura la felicidad. No vende la felicidad como un producto o algo eterno, inmutable, sino como una decisión, una opción que empieza con discernir cuando decir sí, procurando que sea la mayoría de las veces. Y por supuesto, cuando se cae en alguna desgracia, no hay que refundirse en ella, sino encontrar una nueva oportunidad. Es una película de superación personal hecha con humor. Me divertí.

Pero no quería promocionar la película, sino contarles que estoy de acuerdo con su tesis principal, discernir el sí.

¿No les ha pasado que por decir sí terminan en una reunión que no quieren o quedándose más tiempo del que desean? ¿A poco no han terminado con más trabajo, más compromisos y un más tan abrumante que de pronto duele decir sí? Pues sí el secreto está en discernir, pero qué pasa cuando nuestro discernimiento nos pone en conflicto con la pareja o el jefe o la vida.

¿Qué tan frecuente dicen que sí presionados por el entorno o el deseo de evitar conflictos? ¿Cuántos sí son una verdadera expresión de voluntad?

Lo pregunto porque hay ocasiones en que uno no desea ir a una boda, o a una reunión y termina yendo porque la pareja quiere. No sería más fácil que uno no fuera si no lo desea o mínimo se pudiera ir antes si así lo desea, pero y aquí está el giro, sin que esta no ida o salida repentina provocara un conflicto irremediable o la pregunta ¿acaso me amas?

Uno debe de conservar su autonomía y su poder de elegir cuando decir sí, sin que esto provoque una cuarteadura en la firme estructura del amor. Una vez que se ha dicho sí al amor en pareja, éste no debería estar condicionado a quién paga más, quién es más ordenado, quién aguanta más en las fiestas o quién no busca un taxi cuando ya está verdaderamente cansado y no quiere impedir que su pareja se siga divirtiendo, o vamos al caso más clásico: el que uno se quiere dormir y el otro quiere ver la tele. ¿Por qué no se vale dormir en otro lugar mientras el otro ve la tele? Así los dos dicen sí a lo que quieren (la tele y el sueño) y no se pelean por ver cual sí es más grnade o poderoso o impositivo. Esto no debería hacer pensar a ninguno que es el inicio del desamor, sino de la convivencia pacífica de dos seres que se aman demasiado como para limitar sus sí personales.

Por eso creo que el discernimiento del sí no debería estar supeditado a posibles rechazos en el tema del amor, y en lo demás, es mucho más complicado. Buena suerte a la hora de decir sí.