El placer de tomar un libro y leerlo debe quedar muy por encima de obligaciones e imposiciones. Sólo por gusto tiene sentido el acto de leer. Esta tesis, que corresponde al autor mexicano Jorge Volpi, abrió ayer en Puente Genil el segundo día del VI Encuentro de Poesía y Narrativa Actuales en España.
Volpi acostumbra a decir que el verbo leer, como el verbo amar, no puede ser conjugado en imperativo, y por eso mismo aboga por unos lectores que, a título individual, se hayan construido a sí mismos a fuerza de lecturas y tengan la madurez e inteligencia precisas como para dejar un libro a la mitad si le ven las costuras a una obra o no les satisface.
Así, con "un ejército voluntario de lectores dispuestos a enfrentarse a su autor" se libra una "sutil batalla" mental entre unos y otros. En su opinión, las medidas para crear lectores no están en planes de fomento, sino en las bibliotecas (que mantengan obras contemporáneas que en las librerías duran días) y, por supuesto, en el escritor: "Está en su mano crear lectores imaginativos".
ALGUNOS DERECHOS
El compartir experiencias de lectura con otras personas se añade a los regalos agradables que un libro puede reportar, según Volpi. El que es cabeza notable de la generación del Crack recordó a Pennac y sus normas para provocar placer en la lectura (tales como el derecho a releer, a no terminar los libros y saltarse páginas). La mesa redonda (moderada por Carlos Clemetson) que siguió en el tiempo a la ingeniosa ponencia de Volpi mantuvo la preocupación por el destinatario, En busca del interlocutor perdido .
Cristina Peri Rossi, nacida en Montevideo (Uruguay), continuó con el paralelismo del amor al explicar que ellos los escritores son "seductores" y tienen que "buscar frases que atraigan".
LOS EDITORES
La preocupación por los lectores no está siempre ahí; son los editores los que la tienen y suelen transmitirla a los creadores literarios para que aporten sus granos de arena a la causa comercial, para Peri Rossi. Fue más allá y vio que se trata de "una figura en extinción".
Dulce Chacón, autora de La voz dormida , entiende que el editor "es el compañero de viaje y tiene que contagiarse de la pasión por el libro" concreto que ha decido publicar: "Lo importante es encontrar un editor de verdad, no un vendedor de libros. Creo que hay editores entusiasmados con lo que hacen y que lo que quieren es vender literatura y estar con el autor", aseguró. Y apostilló que "el raro es el que no lee; hay mucha gente que lee".
El pontanés Juan Campos Reina declaró no creer en la figura del editor y considera que ésa es una premisa "porque si uno cree en el editor, te pastorea y te lleva siempre a su terreno".
Antonina Rodrigo, también integrante de la mesa de debate, recalcó la idea compartida por sus compañeros de que el autor debe seducir pero no trabaja meditando continuamente las consecuencias que se derivarán de su inspiración porque "cada libro tiene un discurso, unas vías".
INFORMACIÓN DE: www.diariocordoba.com/noticias/noticia.asp?pkid=49650
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