13 abr 2009

UN LUTO ROSA


HOMENAJE A CORÍN TELLADO
Cecilia Soto http://www.exonline.com.mx/diario/editorial/567890

Con su muerte, el sábado 11, me entero de que, según la UNESCO, ha sido la autora en español más leída después de Cervantes.

Unas amigas mías tenían un hermano que estudiaba medicina. Tenía 18 años y me parecía que con esa edad y el primer año de la carrera debería saberlo todo. Era perfecto para que resolviese la duda que me atormentaba: ¿las mujeres se embarazaban con un beso en la boca? En los segundos que tardó en contestarme, mientras vi en sus ojos que buscaba la mejor respuesta, recordé los episodios de las apasionantes lecturas prohibidas de Corín Tellado: “Ella, frágil y delicada, se perdía en los poderosos brazos masculinos, su boca la buscaba apasionadamente y se fundieron en un beso largo que la hizo perder la noción del tiempo…” y páginas más adelante, sucedía que “ella descubrió que otra vida latía en sus entrañas… estaba embarazada y soltera... enamorada de un imposible”.

Quizá no era con el beso, sino después, cuando “ella perdía la noción del tiempo”, que sucedía algo misterioso que la hacía quedar embarazada. Yo tenía 11 años y me prohibían estrictamente leer las entregas quincenales de las novelas de Corín Tellado que salían en la revista Vanidades. A esa edad leía simultáneamente El maravilloso viaje de Nils Holgersson a través de Suecia, de Selma Lagerlof, la primera mujer en ganar el Nobel de Literatura. Pero era enorme, impreso en el papel delgadísimo de Aguilar y, aunque me encantaba, me escapaba al país de Corín Tellado, cuyo nombre evocaba los labios rojos que yo también podría lucir algún día, como mi hermana y mis primas mayores.

A esa edad todavía jugaba con muñecas y leía todo lo que encontraba en la biblioteca de mis padres, sin guía alguna, pues ellos ya habían fallecido: la trilogía de Vasconcelos, una novela sobre la Guerra Fría, llamada Una noche en el Kremlin, de la cual sólo recuerdo el misterio y un complot; Ocho mil kilómetros de campaña, de mi paisano Álvaro Obregón; la bibliografía de la escuela, incluidos Juan Ramón Jiménez, Amado Nervo, Rubén Darío y su Margarita está linda la mar, que todavía hoy me sé de memoria, y los libros juveniles de Louise May Alcott. Los cuentos clásicos de los hermanos Grimm y Corín Tellado que refrescaban ese “y vivieron para siempre felices” o reinterpretaban cómo la princesa se casaba con un plebeyo que en realidad era un sapo o un sapo que en realidad era un príncipe preso por las malas artes de una bruja vengativa. Con el tiempo supe cómo nos embarazamos las mujeres y dejé de leerla pero creo que mi gusto por los hombres “morenos, grandes, velludos y con la mandíbula cuadrada”, al estilo de Tyrone Power, George Clooney y el recuerdo de mi padre, viene de una mezcla de las deliciosas horas de fantasías con buen final que disfruté leyéndola a escondidas.

Mientras que, para reiniciar la lectura del larguísimo libro de la Lagerlof requería un breve ejercicio de voluntad (tardé un año en leer el ya mencionado y La saga de Gösta Berling, también muy prolijo), las novelas de la señora Tellado tenían el encanto de que a la segunda hoja ya había aparecido el morenazo de “ojos con chispitas doradas, manejando un deportivo descapotable” que iba a hacer sufrir a la hermosa joven “de ojos verdes, pestañas negrísimas y cabello azabache que desobediente caía sobre su frente, aumentando el misterio de su mirada”. En las primeras diez hojas ya sabíamos cuál era el conflicto y la dificultad casi imposible de vencer para que nuestra heroína —es decir, nosotras las lectoras adolescentes—pudiera desengañarse del imbécil ricachón, se enamorara del sapo-príncipe, que era también morenazo pero que no manejaba un descapotable sino que era el hijo bueno del millonario, que trabajaba como loco y que la amaba sin esperanza, una versión madrileña de Sabrina, con la hermosa Audrey Hepburn transformada en una española maja como ella sola.

Si no me inició en la lectura, Corín Tellado aumentó el gusto y el disfrute de los libros, el gozar ese momento robado a los otros y al mundo, en que uno se aparta para leer, leer y leer, hasta que los ojos duelen porque la luz natural se ha ido apagando, pero interrumpir la lectura para levantarse y prender la lámpara parece una traición al autor y los personajes. Con su muerte, el sábado 11, me entero de que, según la UNESCO, ha sido la autora en español más leída después de Cervantes, con 400 millones de ejemplares, dejó cuatro mil novelas cortas, su corrector de pruebas en Vanidades era Guillermo Cabrera Infante y, con la democratización española, incursionó en la novela erótica y enfrentó a sus heroínas al trabajo, violencia machista, embarazo adolescente, acoso sexual, aborto y discriminación. Descanse en paz María del Socorro Tellado López, la gran Corín Tellado.

Aclaración: El teléfono correcto de los Centros Municipales de Bienestar Infantil, de Ciudad Juárez es: (656) 207 3742 al 45, gracias por las consultas y felices pascuas.

Aumentó el gusto y el disfrute de los libros, el gozar ese momento robado a los otros y al mundo.

ceciliasotog@gmail.com.

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