Solemos decirle de regreso a clases a ese primer día en que la ciudad vuelve a ser caótica por todas las mamás y papás que luchan (parados en el tráfico) por llegar a tiempo. Un respiro antes de quitar el freno, no resuelve nada estresarnos. Guardemos esa energía para los nuevos retos de un nuevo ciclo escolar. Un nuevo comienzo, por eso no me gusta la expresión regreso a clases, se vuelve quizá al mismo espacio físico, pero generalmente no somos las mismas personas (ni nuestros hijos, ni nosotros, ni sus maestros), sobra decir que hay incluso quien cambia de escuela. Se inician las clases, pero no se regresa, se inicia una senda de aprendizaje.
SuperBB estaba muy emocionado por entrar a su nueva escuela porque hay conejos, un caballo, gallinas, pollitos, porque estrena uniforme. Al llegar al colegio se comportó como un niño que ya conocía la experiencia de estar en una escuela, sin embargo, se mostró un poco tímido con su nueva maestra. Pude ver cómo observaba el lugar, con calma, tal vez comparando lo que conocía con lo nuevo.
Bollito por su parte, apenas entró a su salón corrió a los materiales. No había ido a la escuela antes, pero ha estado en contacto con lo que su madre llama juguetes (rompecabezas, torres, bloques de armar, aros, figuras que se engarzan, libros, títeres) Tal vez la seguridad en un ambiente se logra en parte si se está familiarizado con lo que ahí sucede o con lo que hay. Bollito ahora deberá aprender a compartir, a trabajar con otros iguales y distintos a él. Le tocará estar un tiempo fuera de casa sin mamá y sin su hermano, sin duda son grandes retos, por eso quise contemplar ese instante en que tocó con alegría las torres de hanoi rojas. Congelar en mi memoria esa sonrisa de quien disfruta encontrar algo conocido en medio de lo que está a punto de ser un ambiente de aprendizaje, de caos por ser definido, ordenado, construido. Aprender es estar vulnerable, aprehender la realidad con otros y compartir con ellos los hallazgos.
Como mamá continúa mi aprendizaje del desapego, primero es dejar de amamantar, después dejarlo explorar con sus pares. Cualquiera con hijos pequeños sabe que algo en el corazón te va diciendo: están creciendo, revisa cómo va tu labor de madre en su seguridad, en su forma de convivir, en sus ganas de descubrir. Aunque ellos exploren los salones con la mirada o toquen las torres de hanoi seguros, como madre sabes que faltan muchos apapachos e intentos después de muchos fracasos. La escuela es sólo una pequeña parte de todo lo que una madre y sus hijos caminan juntos.
Como maestra, hoy conoceré a mis nuevos alumnos, mis nuevos compañeros en esta oportunidad de aprehender desde otros ángulos el español y la comunicación. Hay objetivos claros, mis alumnos anteriores me ayudaron a crecer: debo hablar más lento, ser más paciente.
A clases, que en esto de aprender hay que iniciar una y otra y otra vez.
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