3 mar 2009

CON MOTIVO DE LA EXPO SEXO


Platicando con una amiga, confirmé mi creencia que el mejor afrodísiaco es una pareja que te detone la sensibilidad del cuerpo, el resto es una danza de gemidos y placeres.

Ana, es la más dramática de mis amigas y es literal, es una teatrera consagrada, lo lleva en la sangre. Su abuelo es uno de los pilares dramatúrgicos del país. Ella nunca ha querido aprovechar su apellido para abrirse paso en los escenarios que le corresponden por linaje ancestral, prefiere picar piedra. Quiere ser reconocida por su trabajo, no por el de su abuelo, a quien admira irrevocablemente.

Sin duda, Ana es la única de mis amigas a la que desde niña la enseñaron a sentir, y con esto me refiero que la educaron para exagerar las emociones, minimizarlas, nombrarlas y traducirlas en movimientos mínimos y máximos en cada músculo y cartílago del cuerpo. El resto aprendimos lo básico y por eso nos cuesta trabajo entendernos y mantener comunicación y relaciones sin errores sentimentales.

Con estos antecedentes es claro que el cuerpo de Ana no miente, al menos no le miente a ella. Ella lo comprende a la perfección, así que el día que no sintió nada supo que no era una exageración, era la verdad absoluta.

Para aquellos que entienden el comercial: felicidades, estuviste como de 20, como la frase que explica que el sexo de los veinteañeros es lo máximo, debo pedirles que lean esta historia porque prueba lo contrario, es decir, lo que yo siempre he creído, un veinteañero es inexperto. En términos teatrales, es energía sin dirección.

Caminando por la expo sexo, buscando accesorios para su nueva puesta teatral sobre mujeres y también para sus motivos personales, Ana me confesó la historia del día que no sintió nada.

-Llegó el Twenty one (así le decimos al jovencito que mi amiga ha estado educando en las artes amatorias. Ha sido su única tutora) y pues empezamos a besarnos. La verdad no tenía muchas ganas -confiesa Ana- Pero dije, a quién le dan pan que llore. Así que detuve un poco los besos para poner música, crear ambiente seductor a media luz y servirnos vino. Bebí dos copas y nada de calor corporal. Me besó enterita, perdí la ropa, otras dos copas y yo igual. Le di lecciones avanzadas y yo fría como la pared azulada que tantas veces me ha servido de cama cuando me aferro a una espalda de hombre bien parado. Bien parado, porque hay que estar de pie para detenerme.
-Te entiendo- respondí mientras escogía entre un traje satinado o uno de terciopelo.
- El muchacho ya no sabía como mantener tanta excitación y yo una lápida marmolea. Intenté imaginarme que estaba con el mariposón (así le decimos al amante intermitente de más de 50 años de Ana. Intermitente porque a veces son amantes y a veces no. No crean que porque tiene disfunción, ya verán que no, y por eso está mal hecho ese comercial)Apenas imaginaba al mariposón, una tristeza inmensa me invadía y la palidez de mi cuerpo se volvía una sensación que bloqueaba cualquier otra emoción, sobretodo la rosada del sexo sin ataduras. Estaba seca como un desierto y el twenty one era una biznaga que tenía que explotar y yo sólo sentía sus espinas. Así que lo frené en seco, sequedad mía, amarga humedad para él. Le pedí que se fuera, que se marchara porque hoy no podía. Apenas cerré la puerta supe que era frígida.
- Tú no eres frígida, es sólo que el twenty one no te excitó. Qué emoción puede haber en el cuerpo de un niño.
- No es un niño.
- No gracias a ti, pero lo era antes de conocerte. Pobrecito, ya lo traumaste.
- Calla, ya lo compensaré. Decidida a averiguar si era frígida o no y antes de dejar que la certeza de mi aridez me provocara llanto diluviano, decidí ir a la fuente de todas mis respuestas.
- Fuiste con el mariposón.
- Sí, apenas abrió la puerta y me vio desconsolada supo lo que me sucedía. Ven a mis brazos, dijo, y me desbordé como un manantial apenas liberado de la piedra que oprimía su cauce.

Efectivamente, mi amiga no era frígida y sólo necesitó del hombre correcto para sentir. ¿Por qué me lo contó en la expo sexo? siempre será un misterio, bien pudo haberlo contado en el chat o en cualquier otro día de café. Tal vez la temática del lugar le recordó el suceso. Salimos con un montón de artilugios amorosos para su obra de teatro y algunas ideas, sólo ideas, de cómo describir dos que tres trajecitos la próxima vez que escribiera sobre encuentros sexuales.

2 comentarios:

Obrera del Glamour dijo...

Es muy extraño leerse desde tus ojos. Me sorprende y a la vez me reconforta, me dice que alguien hace dialéctica con mi cotidianidad.

Te quiero.

Sigue escribiendo, sigue, sigue...

CrisS dijo...

Ay jules, que te puedo decir je, gracias por tantas letras.

El segundo y tercer párrafo son maravillosos tanto a nivel narrativo, como... a ese nivel que me parece es casi una semblanza.

Saludos y besos jules