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Ayer terminó el Primer Taller Regional de Escritores de Centro-Occidente en el CIELA (Centro de Investigación y Estudios Literarios de Aguascalientes). Mario Bellatin fue el escritor que coordinó las lecturas y revisión de trabajos de 22 escritores regionales. Los estados participantes fueron Aguascalientes, Colima, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Querétaro, San Luis Potosí y Zacatecas. Hubo trabajos fantásticos, góticos, abstractos, humorísticos, ilegibles, simbólicos, pero todos creativos. Cada autor tenía ideas precisas sobre su escritura, su estilo, sus narraciones. Personalmente disfrutaba ver las expresiones de Mario cuando las discusiones se extendían sobre un párrafo, el qué quiso decir el autor y lo que realmente decía su texto, las posibilidades que cada quien imaginó como lector. Había veces que Mario nos abandonaba, se iba a un lugar sin acceso para nosotros, su mirada perdida, su silencio, su inmovilidad parecían signos de su no estar. Juana y yo, mi compañera de Guanajuato, nos divertíamos tanto creando historias alrededor de Mario, de nosotros, de las narraciones que analizábamos que también éramos un espacio aparte. Otros también se perdían en laberintos, escaleras o cordilleras inquebrantables. Por supuesto que todos salíamos a superficie cuando nuestro texto era el que estaba padeciendo una disección. La complicidad a veces nos unía y todos reíamos con comentarios, chistes y absurdos sacados de los cuentos, era la creación colectiva de una historia con significados paralelos a la original. Esos momentos eran hermosos porque se perdía la sobriedad respecto al análisis de un texto, de un autor, eran momentos donde realmente el texto pertenecía a todos, sin autor para defenderlo, sin más arma que la verosimilitud. En general fue una experiencia maravillosa, ojalá hubiera más encuentros así.