Tu mirada no me dijo quién era, sino quien podía ser.
Tu voz no me guió hacia mi destino, me ayudó a escribirlo.
Tu abrazo no me ahogó, me dio fuerza para la aventura.
Tu mano no me ató, me permitió encontrar balance.
Tus besos no me despertaron, me hicieron soñar que otra realidad era posible, una donde tú y yo construíamos amorosamente.
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