Me encantan las historias de amor por una sola razón, yo las invento. ¿Acaso no las inventamos todos? Cuando decides percibir un abrazo más largo, o encontrar una carta escrita expresa para ti dentro de un libro; cuando crees leer en su mirada un te extrañé todo este tiempo.
Siempre puede suceder que coinciden los afectos y la historia parece real, pero cada quien está viendo-inventando una parte, interpretando desde sus referentes lo que sucede. Decimos que se crea una mitología cuando los referentes empiezan a ser comunes y ríes con los mismos chistes, crees en los mismos autores o encuentras emocionante el dialogar por teléfono a las tres de la mañana porque los separan husos horarios.
Nos contamos historias para seguir pintando manos en las cuevas, para creer que hay un motivo, una razón para cada día.
Nos contamos historias de amor para sublimar lo que nos hace animales desconcertados al servicio de los genes, interpretando a mi autor favorito.
Nos contamos historias de amor para seguir escribiendo en el otro mi deseo de ser amado, esperado, admirado, respetado.
Me cuento historias de amor, porque a las 12:21 am me has despertado con una llamada telefónica, la culpa la tienen los husos horarios, y me sacaste del letargo que es para mí, la rutina de ser lo que otros esperan y no lo que imaginé ser.
Me cuento historias de amor, para seguir imaginando quien soy, quienes somos juntos.
Te invento, me invento.
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