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8 may 2013

HARÁ TRES AÑOS QUE SOY MADRE



Recibir como primer regalo del Día de las Madres a un hijo, es maravilloso. Mañana hará tres años que soy madre, que inicié, sin saberlo, un camino en trío (mis hijos y yo), un andar para conocerme mejor. Fueron 12 horas de parto tuiteado (ojalá recuperara esos tuits) y el tiempo se hizo eterno mientras esperaba el llanto que confirma la vida.

El primer beso de la madre al hijo es la ratificación del pacto sagrado: No necesitamos estar atados por un cordón, te amo y te protejo por siempre.

El cuerpo duele inconmesurablemente, pero los pechos exigen cumplir su misión. Tu hijo come, aprendes que el amor duele y amas aún más.

Tu hijo sostiene tu dedo con toda su mano y su fuerza, en ese espacio de aire eres su única constante.

Ese asirse es mutuo, tú también requieres que tu hijo sea la constante en ese caos de cuerpo que se desbordó, se entregó, se rasgó.

Su placer es el tuyo; su llanto, el tuyo; su aprendizaje, el tuyo. Vives la empatía por primera vez, redefines el concepto de compasión.

La cicatriz es irrelevante, tu hijo te ha hecho una marca más profunda que lo que un bisturí alcanza.

La mirada te cambió, la piel dejó de ser un lienzo de vanidad y se convirtió en tu casa, en la pista de despegue y aterrizaje para tu hijo.

Ambos saben que no se pertenecen, pero le espera un caminar de retos, acercamientos, separaciones, acuerdos, celebraciones, fracasos, premios, abrazos y verdad. Una madre y un hijo son transparentes el uno para el otro, aunque intenten lo contrario.

Tu dolor es su dolor; lo que callas, es su silencio y su llanto; lo que anhelas, es su sueño.

Un hijo me enseñó a ser fuerte, el otro a ser feliz. Mañana festejo a uno de mis maestros.

La historia de una madre y un hijo comenzó hace tres años, la celebro porque es la mía y la de cada ser humano en esta Tierra.

Gracias mi amado hijo.

28 ene 2013

Ubicarnos frente al mundo


Ubicarnos frente al mundo es una tarea individual, tal vez comience con saber nuestro nombre y apellido, de ahí a tomar una postura frente a la vorágine globalizada es un proceso interminable. ¿Quién soy para el mundo? ¿Qué vine a decir, hacer o ser? Mi vida es un fragmento insignificante dentro del tiempo y aún sí existe la posibilidad de convertirla en relevante para mí y para los demás.

Aprender que hay diversas interpretaciones de lo que significa ser y estar, y por ende, distintas formas de actuar en consecuencia, es importante para iniciar nuestra presentación al mundo. Nuestra identidad se irá configurando de similitudes y diferencias con el otro.

El arte es una forma de dialogar con el mundo, se configura de discursos personales que afirman identidades culturales, sociales e ideológicas. Ojalá fuera tan fácil como colocarnos sobre un mapa y ubicar nuestras coordenadas, pero hay tantos matices en nuestra postura (creencias que rigen nuestras ideas y acciones) como combinación de músculos y grados de tensión para mantenernos de pie y hablar. Escuchar los matices requiere tiempo, paciencia, estar abierto al discurso completo del otro, es difícil en una época de fragmentos y discursos en 140, requiere visualizar tanto nuestra ubicación como el mapa completo, encontrar las relaciones entro lo local y lo global, (la unidad en la diversidad y la diversidad en la unidad).

Así como los niños van aprendiendo palabras sueltas y poco a poco articulan enunciados (en uno, dos o más idiomas a los que estén expuestos) así nosotros vamos diciendo ideas sueltas de tantas identidades nos configuran o rodean, pero entre más escuchemos y nos dejemos tocar por nuestras y otras identidades, iremos articulando un discurso más completo, con posibilidad de diálogos más profundos y bellos.

Acerquemos a nuestros hijos a la experiencia artística, que aprendan otros idiomas y discursos. Puedes empezar con que sepan su nombre y apellido, por ejemplo yo me llamo Bajío y mi apellido es México. ¿Cuántas historias, discursos de poetas, pintores, músicos, políticos, enonomistas y empresarios configuran el Bajío? ¿Qué es ese nombre frente a México o al mundo?

Desde septiembre y hasta el 3 de febrero en el Museo de Arte e Historia de Guanajuato hay un ejercicio artístico que  rescata los "Rostros y tradiciones de México" del siglo XIX y principios del XX. Puedes observar como las miradas de Raúl Anguiano, Fernando Castro Pacheco, Emilio Baz y Viaud, Manuel Rodríguez Lozano, María Izquierdo y Chávez Morado deciden presentarse frente al mundo con los rostros de un México enrebozado, trabajador, moderno, orgulloso, moreno, religioso, con vida en el campo y en la ciudad, con mesas que invitan a comer, que dan la bienvenida a un diálogo extenso y frontal.

Si llevas a tus hijos pequeños pídeles que identifiquen los colores ya que es una muestra de pinturas muy colorida. También puedes hacerle preguntas como ¿Qué diferencia o semejanzas hay entre nuestra mesa del comedor y esta? ¿Cómo dibujarías hoy una alacena mexicana, sería igual la del norte, que la del bajío o del sur del país? ¿Por qué crees que no tienen zapatos estos personajes? ¿Te trenzarías el cabello así?


Poco antes de salir encontrarás un espacio lúdico con rompecabezas, memoramas y cuadros para identificar las diferencias. Tus hijos se divertirán (tú también, te lo aseguro) jugando con las obras que acaban de ver. Para continuar el conocimiento del Bajío puedes pasar a las salas permanentes de historia de la región.

Como mamá también hay un gran nombre por enunciar frente al mundo y sus diversas formas de ser madre, pero en este recorrido podrás ver que otras mamás antes que tú también usaron rebozo y llevaron a sus hijos a pasear.



Arriba a la izquierda. India mexicana. Emilio Baz y Viaud. 1939
Abajo a la izquierda. Vasija nueva. Raúl Anguiano. 1973
Derecha. Mujer con niño en brazos. Manuel Rodríguez Lozano. 1927


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10 ene 2013

Cuerpos de mamás e hijos bajo los ojos de Zúñiga



Francisco Zúñiga, cuerpos del territorio, es una exposición temporal (6 de diciembre al 24 de febrero) en las salas 32 y 33 del MUNAL. Gira en torno a su obra: Grupo de cuatro mujeres de pie, (bronce 1974) como celebración por el centenario de su nacimiento.

"Tal vez mi mundo sea el de la representación indígena femenina y de poses que están en relación con viejas culturas mesoamericanas, lo que es una motivación emocional imperante y de la cual reafirmo justamente un cierto lado irracional, los valores psicológicos, la herencia. Relaciono todo esto simbólicamente con lo geológico, lo terráqueo del origen, más aun, lo erótico. De ahí la exageración de los pechos, los vientres, las caderas. La naturaleza en ese sentido es inagotable porque la vida crece y muere." ( Zúñiga, Francisco. Vigencia de la figura humana. Discurso de ingreso a la Academia de las Artes de México. 6 agosto 1987. México, DF.)

El centro de su obra es la persona, esa individualidad irrepetible de curvas, de poses, de ceños. Le da peso a la efímero al convertirlo en escultura. Un movimiento que sucede en un instante, lo suspende en el tiempo. La escultura también envejece y a Zúñiga le gusta imaginar que al aire libre su obra va muriendo como las personas que representa. El agua, el viento, el sol, la naturaleza va deformando muy lentamente esa obra que refiere a otro instante ya fenecido. Ese baile entre lo que su obra captura y lo que de propio hará el tiempo le dan singularidad al trabajo de este escultor y dibujante. 

La obra de Zuñiga es emocionante para madres e hijos, ambos encontrarán un mensaje. Los pequeños se divierten dando vueltas alrededor de las esculturas y señalando las poses, queriendo imitarlas. Los papis y mamis disfrutarán la reflexión sobre las marcas del tiempo en los cuerpos y sus formas. Contemplarán en los dibujos, los estados serenos del ser humano y en las esculturas, la fragmentación de movimientos.

Frente a las cuatro mujeres de pie, esperas, miras como ellas, esos rostros te hablan de ti y tus momentos de madre. Solo una madre sabe que ese tiempo que otros llaman "perder el tiempo" es el verdadero encuentro con un hijo, ahí en la espera de su primer paso, ahí en la espera de que se ponga una camiseta por sí mismo, un zapato. Ahí, en la espera de que cierre los ojos y duerma, la madre sabe adornar el tiempo con un canto, una caricia, un alimento del pecho materno, un: tú puedes. 

Como las cuatro mujeres de Zúñiga, esperas, miras de frente, te pasas la mano por el rostro varias veces pensando ¿voy bien? ¿en qué fallé? ¿cómo reconstruimos o reaprendemos? Como esas cuatro mujeres, miras de frente, sin temor y tus hijos se sostienen de tus piernas, de tus brazos, de ti. Una madre segura, fuerte, amorosa sabe que la espera inició desde que deseó ser madre, la espera es un estado de reflexión y crecimiento compartido con los hijos.

Entre los dibujos expuestos podemos ver a mujeres embarazadas, mujeres en reposo y enrebozadas. Son casi venus esteatopigias, figuras míticas del eterno femenino. Si eres madre, como yo, sentirás una nostalgia por ese estado de generación de vida, de energía ilimitada en tu cuerpo. Te recordarás acariciando tu abdomen abultado, las patadas de tu hijo, las tardes de música o yoga prenatal. Seguramente te sacudirá el grito de mamáááááá del pequeño corriendo por el museo señalando los grandes pechos de la escultura y diciéndote que le saldrá leche para un bebé. Ellos también se acuerdan.

Mamis una actividad que pueden hacer con sus hijos frente a la obra de Zúñiga es preguntarles: ¿te acuerdas cuando comías de mamá? ¿Te acuerdas cuando mamá tenía la panza así de grande porque iba a nacer tu hermanito? ¿Dónde has visto mujeres con rebozos, o paradas así? También puedes relatarle un poco cómo te sentías mientras esperabas su nacimiento, qué sentiste la primera vez que lo abrazaste o le diste de comer. 

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9 ene 2013

Re (interpretando) (creando)





GandalfGavan, artista germano-americano, fue invitado a intervenir la obra de José Juárez, maestro de la pintura novohispana. El resultado se puede apreciar desde el 11 de diciembre  en la sale 5 del MUNAL (Museo Nacional de Arte).


Como sabemos, la pintura en Nueva España fue importante en la educación espiritual durante la conquista. La imagen hoy sigue educando, se ha convertido en nuestro lenguaje cotidiano, es más fácil decirlo con un emoticon o una foto que con palabras.

La internevención de GandalfGavan busca resaltar, a través de iluminación en neón, espejos y vidrios, lo trascendente de la pintura de José Juárez. Más allá de su utilidad educativa, el valor estético de la obra cruza las fronteras del tiempo y le habla al espectador que hoy mira como si husmeara en un pasado que no le corresponde, pero que sin duda marcó a su país (en caso de ser mexicano). Esta pintura novohispano cambia la intención del diálogo al ser iluminada por GandalfGavan, parece decirnos que lejos de las velas y las grandes catedrales que las albergaron en otro tiempo, hoy pueden ser deconstruídas al servicio de los referentes de quien mira.

El espacio de la exposición te exige andar sigiloso, en silencio, como sucede en las iglesias. Pisas con cuidado por temor a romper un vidrio, mover un cable, con cuidado como quien frente a una pintura se reconoce observado por Dios. Esperas un encuentro maravilloso con una imagen mientras te asomas a los espejos y los vidrios del piso, recibes tu reflejo combinado con la obra de José Juárez, como quien frente a un altar espera que un milagro suceda. En ambos casos la respuesta es la misma: tú. Tú frente a lo que esperas ¿qué harás? Tú frente a dos artistas que dialogan en tiempos distintos ¿qué sientes? ¿qué recreas? Tú frente a una época donde nada parece nuevo, donde se exalta el pasado, donde se deconstruye en lo que alguien inicia otra conversación. Tú guardando silencio y yendo despacio, dejándote envolver en la época del ruido y la velocidad.

La pintura novohispana incluso bajo luces neon nos exige mirar detalladamente, conocer lenguajes previos a nuestra época, reconocer que la historia de la humanidad se teje, lo queramos o no, con las imágenes religiosas (pinturas o historias de fervor colectivo).

Mamis aprovechen para llevar a sus hijos, ellos se divertirán con sus reflejos, preguntarán quienes son esos personajes y por qué las mamás y los bebés (María y Jesús) se visten así. Puedes pedirle a tu hijo que te cuente qué es lo que imagina sucede en ese cuadro. Seguro te harán preguntas sobre los bebés que vuelan (ángeles). Cada familia decide la educación religiosa o laica de sus hijos, en lo personal conozco las historias bíblicas y me gusta compartirlas a mis hijos en una versión de relatos para peques donde resalto elementos como la paz, el amor, la tolerancia, el cuidado de las mamás por los hijos.

Esta exposición te recuerda que las imágenes siempre han educado, te queda la pregunta: ¿qué estamos aprendiendo y enseñando hoy con las 4,5 millones de fotografías subidas a flickr?


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